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La Puerta de Catena
Es la única puerta de la población que conserva parte del
antiguo esplendor y la capacidad defensiva que debió caracterizar
a todas las demás durante la Edad Media. Para llegar a ella era necesario
recorrer un largo sendero controlado controlado desde a parte superior de
las murallas, y que también tenia que contornear otra torre. La puerta
propiamente dicha está incluida dentro de un gran torreón,
y el acceso al interior de la población obligaba a describir una
curva o codo, lo que dificultaba cualquier ataque y facilitaba la defensa.
Este tipo de puerta parece generalizarse en la Península Ibérica
en el siglo XI, quizás por influjos del Norte de África, y
se diferenciaban claramente de las puertas rectas que habían caracterizado
a la mayor parte de las puertas durante los siglos anteriores. En los ángulos
superiores aún quedan los restos de los arranques de las pechinas
en las que apoyaba la bóveda que sin duda la cubría.